Miedo en tu mirada

Sé que tu mirada oculta

muchos miedos.

Miedo a fallar,

a hacer el ridículo,

a quedarte solo.

Miedo a no ser suficiente,

a pensar diferente,

a salirte del redil;

miedo a quejarte en alto,

a reclamar,

a luchar.

Miedo a volver al paro,

miedo a que el dinero deje de entrar en casa.

También oculta incredulidad,

que es miedo a creer,

seguro que por tu propia experiencia.

Liarte la manta a la cabeza y pelear tú solo sería una locura,

los dos lo sabemos.

No, amigo, no estás solo;

todos tenemos tus mismos miedos.

Pero también sé que en tus ojos

una pequeña llama brilla cuando

por un instante piensas en lo que te digo.

Y es en ese momento, breve,

mutilado por tus temores, que son

los nuestros, los de

todos los explotados de

todo el mundo y de

toda época,

es entonces cuando lo ves.

Sí, en el fondo lo sabes.

Ese mundo es posible y necesario.

Y seremos nosotros quienes lo construyamos. Pero,

primero,

debemos tumbar los miedos que nos atan

antes de romper las cadenas que nos oprimen.

Dame la mano, compañero, y

comencemos desde el principio

nuestro futuro.

Elegía a un amigo

Desde lo más hondo de mi pecho siento una gran pena,

pues dentro de él mi corazón se ha roto.

En él, una pieza pequeña pero especial,

de pura luz y alegría,

acaba de fragmentarse;

y ya perdió toda la vida,

y ya perdió todo el color.

Y es ese gran dolor que dentro de mí anida

el que a escribirte me obliga

estos versos de amargor.

No es por ti que lleno mi copa

del sanguíneo licor,

no es por ti

que entre sollozos salí

de mi casa

para comprar este vino italiano.

No es por ti, no, que alzo el vaso

sin esperar un brindis. Es por mí

y por el recuerdo que de ti guardo;

es por todos esos momentos inolvidables en los que

compartimos una botella;

es para inundar esta muda congoja que me atormenta.

Y mientras su contenido bebo, revivo en mi memoria

esos recuerdos, esas historias,

que en esa pieza de mi corazón guardaba.

Hasta siempre, Carlos, en mi corazón queda

la fracturada pieza

donde nuestros recuerdos guardo.

Y si me faltan energías,

pensaré «pilas, pilas, pilas»;

y si me falta el arrojo,

recordaré tu historia de aplomo.

Te quiero, papi.

 






 

Progreso

El progreso hasta hoy ha sido tal que

nos permite una vida

que ya quisieran todos los poderosos antiguos.

Cuando tenemos sed,

no hay más que abrir el grifo y beber.

Cuando tenemos frío,

buenas son mantas, calefactores o calefacciones;

mientras que antaño casi todos dormían con frío.

Si la enfermedad nos aflige,

el conocimiento del cuerpo humano y la medicina,

así como los sistemas sanitarios,

tienen preparado un abanico de soluciones

completamente inimaginables para nuestros antepasados medievales,

quienes tenían prohibida incluso la disección.

La higiene, la vacunación general, los controles médicos...

todos ellos mantienen vidas que antiguamente no tendrían salvación.

En nuestra mesa puede haber

una variedad de comida y bebida que

haría envidiar al más rico sultán.

A nuestro alcance hay

decenas de miles de mundos encriptados

mediante ese gran invento, el alfabeto escrito, y que

los más poderosos reyes, como 

Carlomagno, eran incapaces de comprender;

también la literatura nos permite

formar un pensamiento crítico,

así como viajar

sin movernos de nuestro cuarto.

Mas, si de viajar se trata,

autovías, carreteras, caminos, puentes,

puertos y aeropuertos,

trenes, buses y aviones:

las combinaciones seguras y económicas son enormes;

tenemos documentales, tenemos libros.

¡Y pensar que hace dos siglos la mayoría tenía prohibido

mudarse!

¡Y cuánta gente no conoce aún el mar!

La extensión de las matemáticas es

otro gran logro que celebrar,

pues emperadores hubo que ni sumar supieron.

¿Qué decir de la música?

Tomar asiento y disfrutar

de un gran número de instrumentos coordinados,

como ningún poderoso patricio pudo jamás soñar.

Los museos atesoran obras que

pueden abrirnos la mente

y que sólo los ricos podían poseer.

Cualquier sistema postal imperial

es patético frente a la velocidad en que enviamos

y recibimos

los mensajes más absurdos,

las noticias más relevantes...

Las posibilidades son inmensas.

Jamás tuvimos tantas herramientas tan bien engrasadas,

ni la capacidad que tenemos para multiplicarlas,

expandirlas,

aprender a usarlas.

Mas no cabe únicamente mirar al pasado y

comparar con el presente;

debemos mirar al futuro.

Queda mucho por hacer, sí;

mucho que avanzar y,

sobre todo,

muchas vidas que transformar.

Y eso comienza

valorando lo que hasta hoy hemos conseguido.

Tristeza en tres movimientos

Primer movimiento: lacrimoso


Hace poco la tristeza vino a visitarme.

Entró en mi casa un día indeterminado

y no llamó a la puerta:

se coló no sé por dónde y,

desde entonces, me ha acompañado,

siempre más próxima,

siempre más tenaz, siempre

succionando mis fuerzas,

mis sonrisas,

mi descanso.

Me pesa sobre los hombros y

me impide la acción.

Y desde entonces siento melancolía de

tiempos pretéritos en los que fui feliz

y me cuestiono: ¿por qué ahora no lo soy?

¿qué ha cambiado?

Quiero llorar, quiero gritar, quiero

avisar de que está aquí dentro y

ha invadido mi pecho;

mas me da vergüenza reconocerlo.

¿Qué hago yo sintiéndome así?

Yo no sé quién la ha llamado,

ni por qué,

ni cuándo se piensa ir.

Hoy por fin la he visto. La encontré

bajo mi cama,

Y parecía demasiado cómoda.

Le pregunté qué hacía allí,

desde cuándo,

cuánto pensaba quedarse;

mas su única respuesta fue

un gélido abrazo y, ante mis dudas,

sólo silencio.


Lacrimosa - Réquiem de Mozart


Segundo movimiento: adagio


Cuando supe al fin

que la tristeza estaba conmigo

empezó mi curación.

No comprendía por qué había venido,

pero sabía que se volvería a ir, o la echaría yo a patadas.

Tardé en identificarla pues

nunca antes le había visto el rostro; y,

hasta ese momento,

no fui consciente del problema,

ni de su magnitud,

ni de su naturaleza.

Mas al cabo la encontré y me sentí algo mejor.


Adagio - Concierto para oboe en Re menor de Alessandro Marcello


Tercer movimiento: allegro ma non troppo

 

Un día cualquiera, no mucho después,

miré bajo mi cama y sólo vi pelusillas.

Busqué en todos los rincones,

miré en todos los armarios,

abrí todos los cajones:

ya no estaba en mi casa.

De la misma manera que vino se fue,

gradualmente y sin avisar

ni dar explicaciones.

Ahora que le he visto la cara a la tristeza sé

que su carácter es voluble,

imprevisible

y, también, tímido.

Para echarla hay que encararla y

ponerse delante del espejo.

Ése es el primer y mayor paso.

 

Allegro ma non troppo - Sinfonía nº6 de Beethoven 

Manteniendo las distancias


 

 La tecnología nos ha conectado prodigiosamente

y, sin importar la distancia,

nuestro mensaje puede llegar a cualquier parte del mundo.

Podemos hablar, mas ¡cuán diferente es un chat

de un cara a cara!

Se siente tan cercano y,

a la vez,

tan lejano.

Tan intensas conversaciones,

tantos momentos banales pero 

necesarios.

A través de la pantalla se sufren

la falta de espontaneidad,

los eternos escribiendo...

los "Bloqueado".

Incluso los mensajes eliminados o modificados.

Siempre lo peor son

los silencios.

¿Por qué no contesta?

¿Dónde se ha metido?

Tantos malentendidos,

tanta impaciencia.

Y, a la par,

cuántos momentos tan distintos

del uno y del otro;

aquellos en que, faltando el contacto personal,

no comprendemos la situación del otro.

Porque no está enfrente, está muy lejos.

Las llamadas aportan más información; mas,

al descolgar el teléfono,

no sabemos qué está haciendo,

en qué circunstancia, por qué lugar se mueve la otra persona.

Encontrarlo y hablarle sin verle la cara y,

por tanto,

sin saber cómo está anímicamente,

si ha tenido un buen día o

está en un momento terrible,

si sonríe o llora.

Ni siquiera una videollamada en que

el contacto es tan frío y

los abrazos imposibles;

la conexión falla,

se corta el sonido, se pixela la imagen y

dentro de nosotros queda una pequeña frustración.

Las telecomunicaciones nos acercan pero

manteniendo las distancias:

sigue siendo apenas un hilo el que nos une.

Jamás podrán sustituir una conversación de tú a tú, y

no debemos olvidarlo.

No hay nada como un café con esa persona o

como unos vinos con ese grupo.

Y eso las redes sociales nunca podrán cambiarlo.

Preludio a una historia de amor

Tú y yo hemos vivido muchísimas aventuras

y experiencias;

muchos momentos buenos, algunos peores;

momentos de calma y de frenesí;

momentos de descubrimiento o

de reconocimiento;

momentos de música y de silencio;

de probar y experimentar.

Y sobre todo ello o,

al menos,

sobre una pequeña pero significativa muestra,

han versado y versan mis poesías.

Todo ello queda fielmente

plasmado en la tinta de estas páginas.

Sin embargo, es cruel recorrerlas

alejado de ti ya que,

como fuelle en la lumbre,

se avivan en mí los sentimientos que

arden en mi seno y

las ganas de abrazarte se vuelven inmensas.

Por suerte, la lectura reconforta también

recordando tiernos momentos,

tierno tacto,

tierna historia;

y más claro se entiende que

tú y yo estamos hechos

el uno para el otro, pues

tan bien encajamos.

Y rara es la ocasión en que los frutos

de la inspiración

aquí versados

no inspiren a su vez

nuevos versos.

Nuestra pareja ha crecido con estas metáforas

aquí reunidas.

Este libro, como nuestra propia relación,

se ha construido con las manos,

con estas manos mías que

te fascinan.

Con estos dedos he escrito sus escogidas palabras,

con estas palmas apreté su lomo para

encuadernar los sentimientos que ellas reflejan.

Con estas yemas, y con las tuyas,

se siguen las líneas de los textos.

Si por desgracia algún día

la inspiración me falta,

simplemente hojear este poemario me permite

recordar, sentir, revivir

esos sentimientos que desprende como

una flor fragorosa,

y consigue arrancar de mi pecho

las más bellas estrofas que mi mente compone.

Recorrer sus páginas evidencia

el paso del tiempo y, con él,

el cambio en mi poesía.

Al principio recitaba versos

más carnales, más sensuales,

así como nuestro amor se fundía siempre

en una llama perpetua.

Ahora se llenan de símbolos,

tal vez más profundos,

siempre ardientes de pasión sobre

las ascuas eternamente prendidas de nuestro amor.

¿Te imaginas cómo serán los versos futuros?

Yo no sé cómo han de ser, mas

estoy cierto que la llama que los inspira seguirá 

alumbrándonos y

calentándonos,

y serán los más bellos del mundo, pues nacen

de esta relación que los motiva y que es

la más perfecta y hermosa que puedo imaginar.

 


 




Allá donde existe la primavera eterna

Allá donde existe la primavera eterna,

no sólo el clima se agradece;

no importa la época del año, pues

siempre flores bonitas y distintas florecen.

Cuando el verano llega, los flamboyanes sacan

de sus exuberantes copas la belleza

de calmada cascada de seda;

rojo intenso sus pétalos, verde claro su follaje,

y siempre agradable la sombra a quien bajo ellos pasea.

Aves del paraíso despliegan sus raras crestas

y blancos alhelíes muestran sus molinillos.

Más adelante, el trompetero naranja se abre

y cualquier tapia es un cuadro de color intenso,

como el reflejo del más hermoso atardecer

sobre la tranquila superficie del océano;

o tal vez sean buganvillas quienes adornen

de viola los estrechos callejones.

Allá donde existe la primavera eterna,

del otoño a la primavera

pequeñas esferas rojas surgen de

las siempre curiosas tabaibas;

y, de la primavera al otoño,

de las fucsias los cálices delicados

penden tímidos, mirando al suelo.

Los exuberantes pétalos del floripondio se

desprenden con el último soplo autumnal; y

en llegando el invierno, nacen

las flores de Pascua que adornan las jardineras.

Aún relucen éstas cuando,

campanas rojas o amarillas oscilan de

las ramas de los aloes,

y de entre las negras ramas de las jacarandas

explotan en púrpura las copas, al tiempo que

cuelgan las castañuelas de sus frutos.

Allá donde existe la primavera eterna,

al llegar marzo salen disparados los

coloridos cohetes colorados de los tajinastes,

que se pelean por nacer más alto para, así,

ganar mejor el cielo.

Frutos de fuego adornan las palmeras en mayo,

a la par que los dragos se engalanan de ígneas perlas.

Anunciando el estío brotan de entre las sonoras hojas de

la falsa pimienta,

las bolas que aromatizarán los cócteles más

exquisitos; y,

de esta manera, el ciclo

de la naturaleza se repite año tras año.

Pero, además, ininterrumpidamente muestran

muchas otras tantas plantas hermosas

de sus ramas las hojas,

ya sean el pino, la araucaria,

las distintas especies de palmera o

el monteverde entero, que saca

de su condición perennifolia el nombre.

Allá donde la primavera eterna

alegra los ánimos,

la vida parece siempre bella,

y cualquiera quisiera pasarla en tan mágico lugar.

 

Monteverde

Floripondio (Brugmansia arborea)

Alhelí blanco (Plumeria alba)

Drago canario (Dracaena drago)

Palmera canaria (Phoenix canariensis)

Fucsia (género fuchsia)

Flor de pascua (Euphorbia pulcherrima)

Pino canario (Pinus canariensis)

Aloe vera
Aloe vera

Buganvilla (género Bougainvillea)


Ave del paraíso (Strelitzia reginae)

Trompetero naranja (Pyrostegia venusta)

Jacaranda (Jacaranda mimosifolia)

Tajinaste rojo (Echium wildpretii)







Flamboyán (Delonix regia)
 

Tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera)